Emilio Paolo Taormina nació en 1938 en Palermo, donde reside.
Entre otros libros, ha publicado: Il colore del vento, Magnolie y Lo sposalizio del tempo.
EL ÁRBOL
Verde es la noche
y el árbol de los besos
tiene flores
de cenizas
velos y sonidos
de plata y de algodón
el eco de un canto
se extingue
en silencios lejanos
un violín y rizos oscuros
rozan
un arco
tenso en el vuelo
de un si
mueren tiernas violetas
a oriente
y el árbol de los pensamientos
tiene
notas imprevisibles
flautas de agua y rasos gélidos
(la hierba alta en el viento
vela
que no zarpará
jamás)
la brasa del aire
se disuelve
y no se detiene
el latido de los corazones
somos
apenas
siluetas de hojas
sólo las gaviotas
se transforman
en estatuas
y desde la materia
saltan libres
en vuelo
L’ALBERO
Verde è la notte
e l’albero dei baci
ha fiori
di cenere
veli e suoni
di argento e di cotone
l’eco di un canto
Si spegne
in silenzi lontani
un violino e riccioli bruni
sfiorano
un arco
teso nel volo
di un si
muoiono tenere viole
ad oriente
e l’albero dei pensieri
ha
note imprevedibili
flauti d’acqua e rasi gelidi
(l’erba alta nel vento
vela
che non salperà
mai)
la brace dell’aria
si dissolve
e non si arresta
il battito dei cuori
siamo
appena
profili di foglie
solo i gabbiani
si trasformano
in statue
e dalla materia
scattano liberi
in volo
Entre otros libros, ha publicado: Il colore del vento, Magnolie y Lo sposalizio del tempo.
EL ÁRBOL
Verde es la noche
y el árbol de los besos
tiene flores
de cenizas
velos y sonidos
de plata y de algodón
el eco de un canto
se extingue
en silencios lejanos
un violín y rizos oscuros
rozan
un arco
tenso en el vuelo
de un si
mueren tiernas violetas
a oriente
y el árbol de los pensamientos
tiene
notas imprevisibles
flautas de agua y rasos gélidos
(la hierba alta en el viento
vela
que no zarpará
jamás)
la brasa del aire
se disuelve
y no se detiene
el latido de los corazones
somos
apenas
siluetas de hojas
sólo las gaviotas
se transforman
en estatuas
y desde la materia
saltan libres
en vuelo
L’ALBERO
Verde è la notte
e l’albero dei baci
ha fiori
di cenere
veli e suoni
di argento e di cotone
l’eco di un canto
Si spegne
in silenzi lontani
un violino e riccioli bruni
sfiorano
un arco
teso nel volo
di un si
muoiono tenere viole
ad oriente
e l’albero dei pensieri
ha
note imprevedibili
flauti d’acqua e rasi gelidi
(l’erba alta nel vento
vela
che non salperà
mai)
la brace dell’aria
si dissolve
e non si arresta
il battito dei cuori
siamo
appena
profili di foglie
solo i gabbiani
si trasformano
in statue
e dalla materia
scattano liberi
in volo